Gatos Romanos

GATOS EN ROMA

Para todo amante de los gatos, Roma es visita obligada por varios motivos. En primer lugar es una ciudad ejemplar en cuanto a la legislación por lo que a estos animales se refiere, ya que el Comune di Roma los considera como especie protegida, con unos derechos al territorio y a la vida que, bien pensado, tendrían que ser obvios.  Otro gran motivo,  con interés histórico de fondo, es la sede de la mítica colonia controlada de Torre Argentina, camuflada entre unas ruinas romanas.

La asociación felina de Torre Argentina es un refugio de gatos de calle y abandonados cuya principal misión es la esterilización para un control y mejora de calidad de vida de los felinos.  La colonia acoge cerca de 350 gatos que dormitan y juegan entre restos de templos romanos. Cada gato es escrupulosamente desparasitado, esterilizado y vacunado a su ingreso en la colonia.

Al refugio de Torre Argentina se accede por unas escaleras laterales que te llevan a la base de la Asociación.  Abren puntualmente todos los días de 12 a 18 h al público, para dar a conocer su trabajo y el amor hacia los gatos.

Disponen de unas habitaciones con zona de guardería y boxes para los gatos enfermos o en convalecencia, o bien para los que son demasiado pequeños y precisan cuidados especiales. También tienen una zona de oficinas para el trabajo administrativo, y una pequeña tienda solidaria.

En las calles de Roma, aunque los gatos son respetados, te los encuentras por las calles, cariñosos y confiados de que nadie les hará daño, pero hambrientos. Y es que la situación  no es idílica tampoco allí: es mucha la incultura contra la que luchar,  hay mucha guerra que dar para que la gente esterilice y sepa que un gato entra en nuestras vidas para siempre, como un miembro más de la familia.

Pero vayamos a las calles de la capital italiana. Son famosos los gatos que pasean alegremente por los dominios del antiguo foro romano. Incluso se hacen calendarios con fotos de ellos, pero tal vez el más inmortal de los gatos es el propio que reside impertérrito en una de las cornisas de, como no podía ser de otra manera, la Via della Gata.