Tanto el perro como el gato tienen un sentido del olfato mucho más desarrollado que el nuestro y como consecuencia, la comunicación olfativa (es decir, utilizando olores) es muy importante para ellos. La comunicación olfativa se realiza mediante feromonas. El término "feromona" se utilizó por primera vez en 1959 y se define como una señal química secretada por un individuo y que desencadena una respuesta en otro individuo de la misma especie. Dicha respuesta puede ser un cambio de conducta o un cambio en la fisiología del animal. Sólo son necesarias cantidades muy pequeñas de feromonas para desencadenar la respuesta. A diferencia de lo que ocurre con los olores, las feromonas no son percibidas de forma consciente y tampoco se produce el fenómeno de adaptación que es característico de los receptores olfativos y que hace que, al cabo de un tiempo, dejemos de notar un determinado olor.
Las feromonas se eliminan al medio externo con la orina, las heces, las secreciones vaginales, la saliva o las secreciones de glándulas cutáneas especializadas. El gato doméstico tiene glándulas cutáneas productoras de feromonas en la cabeza y en los espacios interdigitales, entre otras localizaciones. Las feromonas son percibidas por la mucosa olfatoria y, muy especialmente, por un órgano especializado que se llama órgano vomeronasal. Muchas especies de mamíferos manifiestas la conducta de flehmen, que consiste en alzar la cabeza, retraer el labio superior y abrir la boca, inhalando aire. La conducta de flehmen facilita el transporte hasta el órgano vomeronasal de sustancias disueltas en la saliva mediante un mecanismo de succión.
Algunas de las feromonas más importantes del perro y el gato son las siguientes:
Feromonas apaciguadoras
Se han descrito en muchas especies de mamíferos, incluyendo el perro y el gato. Se trata de feromonas producidas por la hembra lactante en glándulas cutáneas situadas entre las dos líneas de mamas. Las feromonas apaciguadoras tienen un efecto tranquilizante.
Feromonas faciales del gato
El gato dispone de glándulas productoras de feromonas en la parte lateral de la cabeza (glándulas temporales), alrededor de la boca (glándulas periorales) y en la cola (glándulas caudales). Al frotar la cabeza contra un objeto, el gato deposita en él la secreción de las glándulas periorales y temporales. En ocasiones, dicha secreción es depositada sobre otro animal. Los machos adultos tienden a frotar su cabeza contra objetos u otros animales más frecuentemente que los animales inmaduros o que las hembras que no están en estro. Según parece, la secreción de las glándulas cutáneas de las hembras proporciona información acerca de su estado de receptividad sexual. Las feromonas faciales del gato son especialmente interesantes en etología clínica. En efecto, dichas feromonas constan de varias fracciones y una de ellas -la denominada fracción F3- tienen efectos calmantes y se utiliza con éxito para corregir problemas de comportamiento causados por una respuesta de estrés. Más concretamente, las feromonas F3 se utilizan sobre todo para reducir el marcaje con orina y con las patas delanteras y para facilitar la adaptación del gato a un entorno nuevo.
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